Les cours
-
Sur Rousseau
-
Anti-Œdipe et Mille Plateaux
-
Sur Kant
-
Appareils d'État et machines de guerre
-
Sur Leibniz
-
Anti-Œdipe et autres réflexions
-
Sur Spinoza
-
Sur la peinture
-
Cours sur le cinéma
-
Sur le cinéma : L'image-mouvement et l'image-temps
-
Sur le cinéma : Classifications des signes et du temps
-
Vérité et temps, le faussaire
-
Sur le cinéma : L'image-pensée
-
Sur Foucault : Les formations historiques
-
Sur Foucault : Le pouvoir
-
Sur Leibniz : Leibniz et le baroque
-
Sur Leibniz : Les principes et la liberté
Écouter Gilles Deleuze
Vérité et temps, le faussaire
[...] como la última vez... estamos casi organizados sobre esas distribuciones de materias de trabajo y, que después de las vacaciones de navidad eso tome forma, es decir, de todas maneras: yo voy a hacer cada vez más filosofía. Un poco, ¿como decirlo? no quisiera ser demasiado sumario, pero si un poco, para que...
Hagamos un retorno a la filosofía. Este año, así. Quiero decir que quisiera que ustedes lean verdaderamente a Platón, quisiera que leyeran o releyeran a Nietzsche, eso les haría mucho bien... entonces, alguien acaba de pasarme una nota... yo considero que esta nota, está muy bien, pero es del trabajo de ustedes, del cual tengo necesidad eventualmente. Entonces, en cuanto a esta nota, sin que los otros estén al corriente, usted parece interesarse, por ejemplo, y yo tomo este ejemplo porque puede valer para todo el mundo. Usted parece interesarse, no sólo en Kant, sino en un punto muy preciso de... de las concepciones kantianas. A saber: usted se interesa por la cuestión del mundo en Kant y en la manera como Kant intenta mostrar que... del mundo mismo, y a propósito del mundo, podemos tener las proposiciones llamadas antinómicas... su problema, y eso está muy bien, eso entra muy bien en nuestro marco, su problema es... es que en ese caso, en el cual el mundo es objeto de proposiciones antinómicas, a grosso modo, si usted prefiere por el momento, de proposiciones contradictorias, ¿es qué, desde entonces la historia del mundo no es un caso de narración falsificadora? Entonces yo encuentro la pregunta muy interesante, y me digo, bueno, si usted tiene esa idea, hay que verlo. Kant, tendremos ocasión de hablarlo. Hay que decir que la teoría del mundo no parte de si misma. De entrada hay tres cosas que él no quiere separar: el mundo, pero también el Yo y Dios... y ¿por qué no quiere separarlos? Porque, según él, he aquí, y este será un gran aporte del kantismo, una especie de novedad muy radical del kantismo, es que el Yo, el Mundo y Dios son, en todo caso, inseparables de ilusiones.
Entonces las antinomias, en el caso del Mundo, son sólo un caso de ilusión. También hay ilusiones del Yo, hay ilusiones de Dios y hay ilusiones del mundo... ¿En eso qué hay de sorprendente? Quiero decir, ¿dónde está la riqueza de la idea? Siempre que leemos a un filósofo, tanto como cuando leemos a un poeta, se trata siempre –y ese es su asunto- de extraer la belleza puesto que es... son cosas, como con los minerales... es, o, a veces es todavía más sutil que con el mineral. Pero, leer o comprender, es siempre verdaderamente una extracción, y peor, es todo lo que ustedes quieran, es una extracción, una absorción, es canibalismo. Usted hace algo que se vuelve suyo, todo, bueno y bien, cuando usted lee filosofía, ¡también hay que tratarla así! ¿Qué es lo que hay debajo de todo eso, siempre? Y ¿por qué él no nos ha dicho lo que había debajo? Entonces, una vez más, comprendan: por definición, cuando escribimos algo, no podemos al mismo tiempo explicar lo que hay debajo. Le corresponde al lector encontrarlo. Ahora, ¿qué es lo que hay debajo de esto? Cuando menos hay una idea formidable, y yo diría que es la idea de que el Yo, el Mundo y Dios, son ideas de la razón.
Para Kant, bueno, vemos todo enseguida, no tengo necesidad de explicar en que... en que podemos decir, al menos, que el Yo, el Mundo y Dios son ideas de la razón, y he aquí que Kant nos dice: las ideas de la razón son inseparables de las ilusiones que ellas engendran... ¿Qué es lo raro al decir esto? Bien, lo sentimos enseguida. Tomemos en cuenta antes, antes de Kant, generalmente la gente decía: usted sabe, usted se hace ilusiones, pero convoca a la razón, recurre al socorro de la razón para disipar las ilusiones... ahí, eso seguiría siendo comprensible, eso, nos lo han dicho en mil partes, quiero decir que quienes nos lo decían, eran autores simples, pero en fin nos lo han dicho en mil partes... y, tenemos un autor, poco importa su nombre, bueno, ocurre que se llama Kant, iba a decir que poco importa su fecha, seguramente no, porque en ese momento se hace sentir una proposición tan extraña como esta: no apelar a la razón para disipar las ilusiones de las que usted ha sido victima, sino desconfiar de las ilusiones que la razón como razón engendra. Recurro a su corazón, caigan en cuenta, pero ¿qué es esta historia, qué es esto?
Quiero decir, es así como es necesario leer filosofía, es como una novela que, es como, se distingue de las novelas por otros caracteres pero es, he aquí... ¿qué es? He aquí a un hombre, en tanto que filósofo, que nos viene a decir no que disipemos las ilusiones de las que somos victimas con la ayuda de la razón, nos dice más bien, la razón, en su vigilancia, la razón como razón, la razón como razón recta engendra ilusiones en las cuales caemos necesariamente... podemos llamar a esto una fantástica revolución... entonces, ¿eso quiere decir, estemos contra la razón?... no, quizá otros puedan sacar esta consecuencia, Kant para nada... esas ilusiones son inevitables, pero usted debe tomar consciencia... él en cambio debe darle un cierto estatuto a la ilusión... bueno, muy bien, si nos decimos, pero, entonces he aquí lo que habría que hacer, si ustedes quieren, nunca es suficiente cuando un filósofo... y aquí comienzo con eso de lo que quería hablarles hoy... nunca basta, cuando un filósofo quiere leer, tanto como cuando un poeta o cualquiera, nunca basta con leer la letra del texto, y aún comprenderla, es verdad que la letra está muerta... es verdad que la letra está muerta... hasta que usted no haya captado algo, llamémoslo por el momento, del orden de lo afectivo... lo que yo llamo el orden de lo afectivo, es... lo extraño, una especie de extrañeza, hay que preguntarse lo que significa esa extrañeza, la extrañeza subyacente a las proposiciones filosóficas.
¿Qué es lo raro, y de donde viene esta idea, de donde puede venir esta idea de que la razón engendra ilusiones? Que la razón en su vigilancia, una vez más... no es el sueño de la razón el que engendra monstruos, es la vigilia de la razón... que engendra las alucinaciones, las ilusiones. Va de sí que todo el problema de la verdad se trastorna. Si yo me pregunto de donde viene eso, será una confirmación para nuestra búsqueda, pero no tenemos ese problema. Si yo puedo aquí, porque no, pero con esto no me adelanto, puesto que para ustedes es igual, ustedes no pierden el hilo. Bien, y si nos preguntamos de donde viene esa idea... las ilusiones de la razón... veremos que viene de una nueva concepción del tiempo... es una nueva concepción del tiempo. Es porque Kant se hace e impone una nueva concepción del tiempo... que, entonces, la razón ya no puede ser considerada, no podrá ya ser considerada como la simple garantía... o como la simple denuncia de las ilusiones, sino ella misma como generadora de ilusiones... y la ilusión como ilusión de la razón, como ilusión engendrada por la razón, ¿qué es eso? Es ante todo... la ilusión como engendrada por la razón, es... yo diría, es eso que más tarde la fenomenología deberá llamar: el horizonte. ¡El horizonte! El Mundo, el Yo, Dios... son tres formas del horizonte... y por lo mismo inseparables. Las ilusiones son, son siempre las ilusiones del horizonte, he aquí que todo lo real se hunde, todo lo real implica un horizonte; pero ese horizonte, se confunde con las ilusiones de la razón. Entonces, en efecto, su punto de vista no es falso, pero nosotros estamos de lleno en una narración falsificante... Kant puede decir eso, nunca lo dirá, él dirá que no es necesario disipar la ilusión, sino tomar consciencia como tal, es decir “en tanto que tal”, ¿qué quiere decir eso de tomar consciencia de la ilusión como tal? Como tal es engendrada por la razón. El Yo, el Mundo y Dios son las tres ilusiones que engendra la razón... y, porque digo, ¿no les aburre que yo comience por ahí más bien que por releer a...? yo quisiera, aquí entonces terminar con esto pues nos lo plantearon, quisiera retomar un punto. Hace algunos años, yo había intentado, oh, hace mucho tiempo, tengo la impresión de que estábamos todavía en Vincennes, y al igual que en ese momento el que me volvía a ocupar de esto, quisiera volver de nuevo sobre algo. No llegaba con la idea de hablar de Kant, es a causa de la nota que me han pasado, pero yo llegue con la idea de la manera de hacer la lectura de los filósofos. Pues, una vez más, y ustedes verán en que se relaciona con nuestro asunto... he aquí a grosso modo el tema sobre el cual quisiera girar hoy, es que no comprendemos para nada lo que es la filosofía cuando la definimos solamente como un arte... o una disciplina de los conceptos... y sin embargo ella es eso... entonces vuelvo a aferrarme a eso que decíamos la última vez sobre Nietzsche, pero la filosofía es otra cosa, porque un concepto, si tratamos solamente un concepto, eso no tiene gran interés, es satisfactorio para la inteligencia y pues, aún es necesario amar... algo así. Pero a mi modo de ver, nunca los conceptos han sido separables de otras dos cosas, y esas otras dos cosas, hay que nombrarlas, no por la armonía de la comparación, hay que llamarlas: los afectos y los perceptos.
Y un concepto es cero, pero cero, cero, cero, si no cambia la naturaleza de sus afectos. Primero y segundo, si no les aporta nuevos perceptos... ¿Qué quiere decir eso? Sientan que es muy nietzscheano... entonces un concepto, suponemos, es algo inteligible, es una inteligibilidad... digo: cualquier concepto debe estar referido a un afecto, y a cualquier concepto hay que preguntarle: ¿cuáles nuevos afectos me aporta? Pero eso no sería nada aún, ustedes verán, hace falta, simplemente él no lo dice, ustedes tienen un concepto, bueno, él no dice los nuevos afectos que aporta. Eso es de ustedes... los conceptos, son de diferente tipo, pueden ser científicos, pueden ser filosóficos. Bueno, no entro en la cuestión de cual es la diferencia... pero de todas maneras, aun cuando sean conceptos científicos... no sabemos en que eso cambia nuestros afectos, hasta tanto no comprendamos el sentido del concepto. Yo diría ¿qué es eso? Si retomamos la pregunta del sentido, ¿qué quiere decir el sentido, el sentido de una proposición? Para encontrar el sentido de una proposición, a mi modo de ver, es necesario de entrada volver a un concepto... o hay que designar el concepto del cual ella depende, y enseguida, hay que descubrir dos cosas: ¿a qué afectos está ligado ese concepto? y ¿qué es lo que ese concepto me hace percibir? Sub-entendiendo que yo no percibía antes de esa manera.
En otras palabras, cualquier concepto es inseparable de un afecto y de un percepto... o de muchos. Quiero decir: lo que usted está en derecho de exigirle a la filosofía, si le interesa la filosofía, es que, cuando usted se propone, o lo que usted esta en derecho de exigirle a la ciencia, igualmente, es darle, inspirarle a usted nuevos afectos, pues de todas maneras lo hará, aún si usted no lo sabe, entonces mejor saberlo... y hacerlo percibir nuevas cosas, inspirarle nuevos afectos. Aquí quisiera tomar fórmulas, fórmulas muy frecuentes en ciertos filósofos: es aumentar, finalmente, es aumentar su potencia de existir... empleo aquí un término que sería como común a Nietzsche y a... y a Spinoza: modificar su potencia de existir.
Seguramente ustedes pueden moverse, para dejar, o... no es posible... si bien yo llegaría a una definición muy, muy rara, de apariencia muy extraña del concepto. Es curioso, me encuentro... ¿qué? ¡Ah! El salón está lleno, ya no puede recibir a nadie, bueno, entonces, ciérrela, cierre la puerta... hay que poner un letrero de lleno, así como en el cine... bueno... la inspiración, tengo más inspiración... entonces, ven, comprendan, les suplico, intenten... un concepto, sería una cosa que modifica... bien, ustedes saben, yo, tranquilamente, lo he dicho mil veces porque no podía querer un salón más grande, yo se que todo el mundo está mal aquí cuando se llena, y después peor, no puedo, no puedo, lo repito una vez más, no quiero ir al auditorio. Bueno, yo no iré al auditorio por una razón muy simple, lo repito por enésima vez, para quienes no estaban aquí, en los años anteriores, si fuera al auditorio estaría perdido, es decir que yo deseo desde hace años y he llegado algunas veces a obtener, a saber, la posibilidad... de que cualquiera intervenga, y diga algo, la posibilidad de ser interrumpido, aún si eso me molesta, todo eso desaparece en el auditorio. Mi sueño, nunca lo he ocultado, es verdaderamente, y es un sueño que me parece humano, es verdaderamente poder hacer un curso frente a cincuenta personas. No que yo las eligiera, yo no lo cerraría, pero todo el mundo aquí sabe muy bien que, o bien yo hago aquí de payaso, lo cual hago desde hace más de diez años, o bien, un día, un día, me digo esto, tendría las condiciones de trabajo, y las condiciones de trabajo son no estar en un auditorio, trabajar con cincuenta máximo. Entonces, en este aspecto, quisiera que quienes están mal quisieran al menos [...]
Todo estaría terminado, todo estaría terminado, en ese momento, si yo hiciera un curso, si les hiciera un curso, ya hecho. Y ustedes no saben hasta que punto puede serlo un curso, no saben como puede estarlo, pero, en ese momento lo aprenderían, aprenderían lo que eso puede ser. Por eso me mantengo en este salón, no es por sadismo que me encierro aquí. Entonces, lo que pido como convención, es que para mi no hay otros medios de trabajar, y una vez más, ya, yo encuentro que las condiciones en las que estoy en este pequeño salón, son lamentables. Necesitaría, necesitaría eso que en otros países se llama un seminario, es decir, treinta, treinta, cuarenta personas con quienes trabajaría. En ese momento, eso me permitiría hacer progresos considerables. Enseñando aquí, en las condiciones en las cuales enseño, eso me obliga a hacer progresos para mi. Entonces, espero que les haga hacerlo para quienes vienen, pero yo sé que en el auditorio, no hay nada que me interese, absolutamente nada, eso no me permitirá progresar, hacer el menor progreso en mi búsqueda. El auditorio y la búsqueda son cosas que se oponen. Si pretendo darles, y encuentro que es un poco mi honor, no soy el único, generalmente los profes hacen eso, si enseñamos, es eso, si pretendo mantenerlos al corriente o hablarles de un estado de la búsqueda en la cual estoy, de otro modo no veo para que haría cursos, si fuera para contarles cosas ya hechas, y bien, yo no puedo hacerlo en un auditorio, no puedo, no es factible. Todo esto es para darles una justificación a quienes se sorprenden, pero hay algunos que todos los años se sorprenden de esta situación, de esta situación; pero para mi, es vital, vean, es... yo estoy tan mal como ustedes, acéptenmelo, pero es vital, no puedo, no puedo ir a un salón más grande...
Entonces, intento decir, vuelvo a esta historia, ustedes comprenden. Los conceptos de los que digo: hasta que usted no encuentre las afecciones que le están ligadas, que afectos le están ligados, en qué y de qué maneras ellos los afectan y en qué y qué es lo que ellos les hacen percibir. Son los dos problemas. En otros términos, para hablar muy simplemente, es necesario que cambie su manera de sentir, aún sobre puntos minúsculos, es necesario que usted vea cosas, que, pero que usted vea en el sentido de la percepción, cosas que, ante todo, usted no veía. Quiero decir en ese sentido, que cualquier concepto es... pulmonar y visionario... en fin encontraría una mejor palabra, es decir que es inseparable de afectos y de perceptos. Y los ingleses, los ingleses, lo han visto muy bien, James, por ejemplo, el hermano de Henri, William James, proponía una filosofía que realmente se tallaría sobre perceptos, y decía: ningún concepto sin percepto. Más aún, decía los conceptos, decía que no le interesaban. Lo que él hacía era nuevos perceptos, nuevas maneras de percibir... ahora yo, creo que hay más una trinidad concepto/afecto/percepto... que es fundamental, pero un concepto, es una inteligibilidad que sólo adquiere su sentido por los afectos a los cuales está ligado en tanto que concepto... y los perceptos, los nuevos perceptos que nos da. Un autor como Bergson, también ha insistido igualmente, enormemente, enormemente, sobre esto. Un concepto, es una nueva manera de recortar el mundo. En un concepto, usted ensambla cosas que, hasta ahora, estaban, estaban desunidas, eran extrañas las una a las otras, y al contrario y al mismo tiempo, usted separa aquellas que hasta ahora estaban reunidas. Si usted siente una necesidad de reunir lo que hasta ahora ha estado separado, y de separar lo que hasta ahora ha estado reunido, en ese momento usted puede decir: tengo un concepto. Es decir que usted induce una nueva manera de percibir, usted hace ver algo, pero igualmente el concepto no es inocente: modifica una potencia de existir; pudiendo disminuirla o aumentarla. Eso es un afecto. Un afecto, es una variación de la potencia de existir, es una variación de la fuerza de existir. Entonces la verdadera trinidad filosófica es el concepto, el afecto, el percepto... entonces, vuelvo un poco a Kant. De donde viene eso, comprenden, alguien que nos dice: pero, usted pensaba que la razón iba a ayudarle a combatir las ilusiones, las ilusiones vienen de los sentidos, bien, es un cierto desglose, teníamos ilusiones que vienen de los sentidos y después teníamos la razón que iba a disipar las ilusiones, disipando las ilusiones, bien, la razón aumenta nuestra fuerza de existir, nuestra potencia de existir y nos hace percibir las cosas, las cosas tal como son, todo eso es muy coherente, teníamos un sistema y he aquí que Kant, por ciertas razones, pero ¿cuáles razones, qué razones tenía?... necesitaba graves razones, porque no se pueden lanzar cosas así como así, sin importar como, se dan cuenta, ¡que responsabilidad! No es muy grave todo eso, pero, necesita tener razones para trastornar las cosas hasta ese punto, no es para reírse. Nos dice: es la razón en su vigilancia quien engendra las ilusiones... cambia todo, pero entonces, ya no percibimos el mundo de la misma manera, no vamos a ser afectados de la misma manera, su cambio de concepto remite a nuevos afectos, nuevos perceptos, y digo, sin explicarme todavía el por qué, y bien si, es con Kant que por primera vez se percibirá el horizonte. Justamente, el horizonte, y eso no les interesaba para nada a los filósofos. Con Kant... todo lo que aparece en la experiencia está relacionado con un horizonte. Hay un horizonte, bueno, diremos: un horizonte, pero ¿qué quiere decir esto? Entonces, hace unos años, me acuerdo, yo... para terminar, como si nos lanzáramos sobre eso, pero cayéramos de píe, es decir sobre el plano en el que estábamos la última vez... yo había dicho, me parece que estábamos todavía en Vincennes, es decir, había intentado encontrar una formula para resumir la extraordinaria novedad de Kant, especies de formulas, de formulas que venían de todas partes, para decir, bien si, podríamos presentar la gran novedad del kantismo bajo estas cuatro o cinco grandes formulas venidas de otra parte, para hacernos comprender precisamente en qué concepto, percepto y afecto están tan fundamentalmente ligados. Creo que es verdad en todos los filósofos, los filósofos que yo amo, son ellos quienes, no sólo lo saben, sino que sacan las consecuencias, a saber: saben que entonces la filosofía no puede contentarse con ser una simple exposición de los conceptos, mientras que los otros, ellos hacen una exposición de los conceptos, y después, nosotros sacamos los... no, es necesario que la filosofía misma se bata, con los afectos y los perceptos, no es necesario que los entregue, no es necesario, no es necesario que los entregue como consecuencias que se supone debe sacar el lector. Entonces, yo buscaré las formulas, allí, como ¿qué es lo que podríamos decir? ¿Cómo, cómo se podría presentar esto? Y decía: si, si usted intenta comprender un poco a Kant, si lo ha leído un poco, he aquí, yo, yo diría, la primera formula, es: “el tiempo fuera de sus goznes”, ¿qué es? ¿es Hamlet? ¡Es Hamlet!... bueno, y bien, Kant, es la figura filosófica de Hamlet, y el tiempo fuera de sus goznes, ¿qué quiere decir eso? Bien, eso quiere decir algo muy simple: el tiempo deja de ser circular... el gozne es alrededor de lo que... algo gira, es el eje alrededor del cual la puerta gira, los goznes de la puerta: ella gira alrededor de sus goznes. Cuando Kant lanza esta formula esplendida, puedo decírselas en inglés, pero en fin... es, sería inútil, en inglés, francés, el texto literalmente es: el tiempo esta fuera del joint, el tiempo es puesto fuera del joint, es exactamente fuera de sus goznes.
El tiempo sale de sus goznes, es puesto fuera del joint, bueno, eso quiere decir, vean lo que eso quiere decir, eso quiere decir algo muy preciso en la formula de Hamlet, eso quiere decir: el tiempo ha dejado, para emplear cosas de las que hablábamos todavía el último año, el tiempo ha dejado de ser la medida del movimiento. He aquí, el tiempo ya no es la medida del movimiento, el tiempo ya no es el número del movimiento circular. El tiempo se ha liberado de la astronomía y de la cosmogonía... y de la psicología, es decir se ha liberado del Yo, del Mundo y de Dios. El tiempo sale de sus goznes, ya no es circular, se despliega, al mismo tiempo, no mide ya la forma del movimiento, es: ya no mide el movimiento cíclico, bueno, es, es... ha devenido... línea pura del tiempo, es, literalmente, desenrollado, ha devenido la línea pura del tiempo...
El laberinto ha dejado de ser circular, el laberinto ha devenido línea recta, es lo que nos decía, si ustedes recuerdan, es exactamente lo que decía Borges en un relato del que he hablado precedentemente, cuando hace decir a uno de sus personajes: “voy a hablarles de un laberinto que se confunde con la línea recta”, y precisa: “un laberinto que los griegos no conocían”... en adelante, el laberinto es la línea recta, es la línea del tiempo como “pura forma”, como lo llamará Kant y del cual Comtesse, al que se refería Comtesse la semana anterior, es el tiempo como forma vacía y pura... pero el tiempo como forma vacía y pura, comprendan lo que eso quiere decir, quiere decir, ha devenido línea recta... y bien, he aquí un concepto; el tiempo sale de sus goznes, sientan hasta que punto esta cargado de afectos, y sientan como ustedes ya no van a percibir las cosas de la misma manera, que todo concepto es un reservorio de perceptos posibles y de afectos virtuales. Y ¿por qué? ¿ese tiempo línea recta, qué hace? Forma pura y vacía, ¡atraviesa! ¿qué atraviesa? Atraviesa algo, nuestra relación con el tiempo ha cambiado completamente. Si ustedes toman esta frase literalmente, nuestra relación con el tiempo ha cambiado completamente... ¿Cambia bajo qué forma? Yo estoy en el tiempo, mi modo de existencia mismo es estar en el tiempo... y al mismo tiempo, en tanto que estoy en el tiempo, voy a tomar consciencia de esto: que estoy fundamentalmente separado, ¿separado de qué?
Pero esta separación, es también mi manera de relacionarme con (...) sin duda separado del Alma, del Mundo y de Dios. Entonces, no hay que sorprenderse de que los románticos saquen de Kant un esplendido concepto que es el del doble desvío. A saber, el hombre se desvía de Dios, Dios se desvía del hombre, ¿por qué? De una parte y de otra de esta línea del tiempo, ¿qué quiere decir esto? Bien, yo decía cual sería la segunda esplendida formula atribuible a Kant. Yo decía, recuerdo, decía, pero ustedes saben lo primero en haber sugerido, esa vez aquí, no es ya una formula que iríamos a buscar en Shakespeare, sino una formula que buscaríamos en Rimbaud... “yo es otro”... yo es otro. Por una razón muy simple, por una razón muy simple, sería verdadero literalmente de Kant. Y antes de Kant, también, es necesario pensar en el estado de los conceptos antes, no quiero decir que estuvieran mal, para nada, al contrario estaba muy bien, había una famosa formula de Descartes: “pienso luego soy”, y esta formula de Descartes, era: “yo pienso entonces yo soy, soy una cosa que piensa”... pienso luego soy ¿qué soy? Soy una cosa que piensa. Ustedes me dirán no es... yo, lo que me interesa... admiren al menos el progreso del razonamiento. Pienso, es lo que se llamaría “una determinación”. “Yo pienso”, es una determinación... “soy”, es una existencia, como toda existencia, cuando no digo nada más, soy, es una existencia determinable, por determinar: indeterminada. Soy, pero ¿qué soy?
Entonces: pienso. El pensamiento es una determinación. Soy, si, posición de un alguien indeterminado, ¿qué soy? Respuesta: soy una cosa que piensa. Bien si, lo indeterminado “soy” es determinado por la determinación, de donde el progreso cartesiano, el razonamiento cartesiano, pienso entonces soy, soy una cosa que piensa, a saber, mi existencia indeterminada “soy”, es determinada por el pensamiento, soy entonces algo que piensa.
No intento explicar por qué Descartes decía eso, a qué problema responde, tanto peor. Ahora, he aquí que con Kant, eso aparece, eso aparece imparable como razonamiento, pienso, soy, soy una cosa que piensa. Kant, él, él dice: pero no, no va para nada, y ¿por qué no va para nada? Pienso luego soy, dice sí, eso va, ¿por qué? Porque si digo “pienso” envuelvo hay mismo la existencia de algo indeterminado que piensa. Si digo “pienso”, eso implica una existencia indeterminada, pienso implica soy. Él dirá, de acuerdo: “pienso” es una determinación, implica la existencia de algo indeterminado, “soy”, bajo esto Descartes llega y dice: bien, si, entonces “soy una cosa que piensa”, es decir la determinación determina lo indeterminado. ¿Me siguen? La filosofía no es difícil, es realmente del tipo A más B igual, yo no es yo, ¿me siguen? La determinación determina lo indeterminable. Kant dice: no, no, no, no, bueno, bueno, bueno, él dice no, eso no es posible. Hay una falla en el razonamiento, hay una falla en el razonamiento, ustedes no pueden decir “la determinación determina la existencia indeterminada”, ustedes no pueden. Decimos, ah bueno, pero ¿por qué? Respuesta de Kant: porque, de hecho, no hay tres cosas, hay cuatro: ¿no han visto? Hombre, hay algo que ustedes no han visto, no han visto la cuarta cosa. Es que si es verdad que la determinación implica algo indeterminado, eso no nos dice aún bajo que forma lo indeterminado es determinable por la determinación. No hay tres cosas: la determinación, lo indeterminado y lo determinado. Hay cuatro cosas: la determinación... lo indeterminado, lo determinable, es decir la forma bajo la cual lo indeterminado es determinable, y en fin, lo determinado. No puedo decir: “pienso luego soy, soy una cosa que piensa”, puedo decir: pienso luego soy, bueno, de acuerdo, yo digo pienso luego soy. Pero “soy”, es una existencia indeterminada, ¿Bajo que forma es determinable por el “pienso”?, es lo que Descartes ha olvidado preguntarse: ¿bajo que forma es determinable por el yo pienso?
Y la esplendida respuesta de Kant es: bajo la forma del tiempo. Mi existencia no es determinable por el “pienso” más que bajo la forma del tiempo. Vean como se encadena “bajo la forma del tiempo”, como tiempo devenido línea recta, devenido forma pura y vacía. Mi existencia solo es determinable bajo la forma del tiempo. Pero bajo la forma del tiempo: ¿qué soy? Bajo la forma del tiempo soy, fundamentalmente, un ser pasivo, receptivo, espero. Bajo la forma del tiempo, mi existencia es la de un ser pasivo, receptivo. Mi existencia sólo es determinable como la de un ser pasivo y receptivo, pero, al mismo tiempo la determinación “pienso” es la de un “yo” activo. En efecto, pensar, es ser activo o espontáneo, dirá Kant. Entonces, yo, la conclusión de Kant será: yo existente en el tiempo como ser pasivo, receptivo, yo no puedo hacer otra cosa que representarme, que representarme mi propia existencia activa y espontánea como la de otro. “Yo es otro” significaría, desde un punto de vista kantiano, que entre yo y yo, hay una línea del tiempo que pasa y que hace que yo, yo sea en el tiempo un ser pasivo que se representa su propia actividad y su propia espontaneidad como la de otro. Qué transformación, yo ser pasivo existiendo en el tiempo, me represento mi actividad y mi espontaneidad como la de otro. Digo, la segunda formula que Kant habría podido inventar, en cierto modo, es entonces la famosa “yo es otro”, y hay otras que él habría podido inventar...
Y bien, no voy más lejos, reservo para el porvenir, reservo para el porvenir para mis, nuestros problemas futuros, cómo en Kant una nueva concepción del tiempo, es decir el tiempo desenrollado, el tiempo devenido línea recta engendrará una especie de ilusión, que estará en la base de todas las otras ilusiones, como ilusión fundamental, ilusión fundamental ligada ya no a nuestros sentidos, sino a nuestra condición de seres en el tiempo. A saber: nosotros, seres en el tiempo, nosotros no podemos representarnos nuestra actividad y nuestra espontaneidad más que como las de otro. Soy un yo del cual el “yo” es otro. Bueno, si hay una crítica de la verdad en el kantismo, esta es su base, y cuando, enseguida, el se dirigirá a las tres grandes ideas: el Yo, el Mundo y Dios... comprendan que las ilusiones que él buscará denunciar como ilusiones constitutivas, como ilusiones venidas de la razón misma, vienen precisamente de nuestra situación respecto del tiempo. Entonces, todo eso es difícil evidentemente, pero, en fin, necesita entonces, hay que bajarle el tono a todo eso, si, simplemente que hoy este es mi punto central, cuando digo que he traducido, he traducido dos conceptos kantianos en dos afectos, el tiempo... “el tiempo está fuera de sus goznes”, y “yo es otro”. No, por una vez, es lo que ustedes deben preguntarse, y yo voy a intentarlo, entonces, yo vuelvo a mi, a mi proyecto tal como estaba... aquí encadeno con la última vez. Puesto que se trataba, para nosotros, de mirar más de cerca un cierto número de textos justamente nietzscheanos, concernientes a la verdad, y ustedes verán en que sentido todo se parece. Nuestro tema en el punto en el que estamos, es exactamente esto, la verdad entra en crisis desde que se confronta con el tiempo, y entonces lo que ha dicho Kant, por oscuro que sea, va en el mismo sentido. De cierta manera, todo el tiempo ella es confrontada con el tiempo, yo hacía alusiones a los antiguos estoicos para hablar, ya, de una crisis de la noción de verdad. Entonces es en tanto se confronta con el tiempo que la verdad entra necesariamente en crisis, y añadimos: pero ¿qué es lo que la obliga a confrontarse con el tiempo? Y nuestra respuesta es, con la libertad de justificarla mejor, era finalmente, lo que la obliga a confrontarse con el tiempo es: la moral o algo parecido. Y yo invocaba los textos, los textos de Antonioni, porque me parecen textos de un gran valor filosófico, que consisten en decirnos, y bien si, estamos siempre prestos a rehacer nuestros conocimientos científicos, pero, yo... nuestras creencias morales, creemos no tenerlas ya, pero ellas continúan pesando sobre nosotros, nos vuelven ineptos, ustedes recuerdan nosotros estamos enfermos de Eros, porque Eros está enfermo... nos vuelve ineptos, como si todo el peso de un pasado -del que nos creemos libres de tiempo en tiempo, pero como dice Antonioni, cuando nos creíamos liberados, ¿por qué es? Es por calamitosas pequeñas astucias, de las cuales no se sale. Bueno, todo eso, he intentado desembrollarlo. Entonces retengo mi tema: la verdad entra en crisis desde que se confronta con el tiempo, pero es algo del orden de la moral lo que la obliga a confrontarse con el tiempo.
Retomo, retomo una primera proposición: la verdad, ¿qué es? Yo decía desde el comienzo, la verdad es la forma. ¡Es la forma! Lo que los griego llamaban el éïdos... bueno... el mundo verdadero, es entonces el mundo cogido en su forma. Señalemos que he concedido que el mundo es una forma, si el mundo no tiene forma, evidentemente, ¿puede mantenerse la noción de verdad? ¡Sin duda no! Les recuerdo, que desde el inicio, nosotros partíamos de la hipótesis de una forma de lo verdadero, si no hay forma no hay problema. Bueno, pero justamente la forma ¿qué es? El éïdos, puedo decir también el concepto. A primera vista, doy una definición muy concreta si ustedes quieren, pero, es lo fuera de perspectiva. Es lo sin perspectiva, es lo fuera de perspectiva, lo hemos dicho, y ha sido retomado por los filósofos modernos. ¿Cuál es la diferencia entre una imagen de triángulo y un concepto de triángulo? ¿Cuál es la diferencia entre un concepto de cubo y una imagen de cubo, o una percepción de cubo? ¿Cuál es la diferencia entre concepto y percepto? Bien, se nos dice, por ejemplo, que, un percepto implica perspectiva; eso significa que ustedes sólo pueden percibir un cubo según una ley que es la del horizonte y los perfiles. En otros términos: si usted quiere percibir las seis caras del cubo, se necesitaría que usted girara a su alrededor, o que lo hiciera girar. Sino usted lo aprehende bajo ciertas perspectivas. Entonces usted podrá multiplicar las perspectivas, usted podrá decir: hombre, eso, eso parece un cubo, pero no es un... habría que ver detrás, ir a ver atrás, ven que falta una cara, y ustedes dicen: bien, no eso no es un cubo... vean que una cara está bien, ustedes la tienen bajo otra perspectiva, bueno, el percepto, diremos que el percepto es fundamentalmente perspectivista, no es fatigante... bueno pero eso no vale, una tal vista plana, sólo tiene interés si, provisionalmente al menos, nos permite decir: pero atención, un concepto, ¿qué distingue el percepto de cubo del concepto de cubo, porque qué pasa con el concepto de cubo? Cuando usted piensa un cubo, usted lo piensa como una figura de seis caras cuadradas, en una relación de paralelas y de perpendiculares, y las seis caras están dadas a la vez ¿dadas a quién? Bien, no al sentido, sino al pensamiento. Ensambladas, yo diría he aquí la forma del cubo, siendo la forma lo sin perspectiva, lo fuera de perspectiva. Yo podría decir de la forma así concebida que es el éïdos, el concepto del punto de vista, todo depende del punto de vista, ella es el éïdos o la esencia. En tanto que se supone que existe en sí, ella es el concepto como captado por nosotros. He aquí lo que es el mundo verdadero, vemos que permanece verdaderamente en las cosas, pero, justamente eso se vuelve lo más jovial, hace un momento era lo más difícil, ahora es lo más fácil. Pero ¿quién quiere el cubo así? Puedo decir, el concepto es el ojo de espíritu, y definir el ojo del espíritu como la visión simultánea de todas las caras del cubo. Veo que una tal visión no puede realizarse por el ojo como órgano de los sentidos, pero corresponde por completo al concepto de cubo. Pero ya ahí surge una pregunta dolorosa: ¿quién quiere algo semejante? ¿Quién quiere ver algo semejante? No va de sí: ¿quién quiere ver algo semejante? Después de todo, si usted se lanza al mundo verdadero, acabo de definir el mundo verdadero, digo, es el mundo de las formas, siendo las formas lo sin perspectiva en tanto que captada por el concepto. Y, entonces me veo forzado a decir: ¿quién quiere ver el triángulo o el cubo así? Me veo forzado a lanzar en mi mundo verdadero a un hombre muy extraño, un hombre muy extraño que habría que llamar el hombre verídico. El hombre verídico... no es complicado, nos encontraremos verdaderamente en... hace un momento, estábamos en lo más difícil, ahora estamos en lo más fácil... pero eso es muy grave: ustedes lanzan en el mundo verdadero al hombre verídico. Eso es, de cierta manera, una catástrofe, he aquí que el mundo verdadero remite a alguien. ¿De qué manera remite a alguien? Me atrevo a decir: ¿es qué el hombre verídico supone entonces el mundo verdadero, o es lo inverso? ¿El mundo verdadero supone al hombre verídico? Si es el mundo verdadero quien supone al hombre verídico, eso será, bueno... no hemos terminado, eso quiere decir que el mundo verdadero es por entero perspectivista, es la perspectiva del hombre verídico. ¿Qué es ese hombre verídico? Es aquel que quiere lo verdadero. Los filósofos clásicos y toda la filosofía clásica está, está completamente, tan completamente aburrida y complicada por esta historia que sólo tiene una manera, esconderla, ¿bajo que forma? Se dará al hombre verídico como viniendo de si, se dará al hombre verídico como viniendo de sí, como si fuese la menor de las cosas, a saber como si eso viniese de sí, ¿bajo qué forma puede persuadirnos de que esto va de sí? Bajo la siguiente forma, veamos, pertenece al hombre el querer lo verdadero, buscar la verdad. Sabemos bien que no es verdadero, ¿quién es quien busca lo verdadero? No hay que exagerar, no es grave, y ¿buscar lo verdadero, eso quiere decir algo? Todo eso no lo decimos, pero se nos dice: como espíritu, se nos dice seguramente, seguramente ustedes no buscan lo verdadero pues sería calamitoso, pero, pero, como espíritu, el espíritu quiere naturalmente lo verdadero, quiere naturalmente lo verdadero, bueno, de acuerdo, el espíritu verídico, el espíritu quiere naturalmente lo verdadero, en todo el siglo XVII, se retomará la cuestión, porque tienen mucho interés en poner eso en cuestión. El espíritu quiere naturalmente lo verdadero, es la única manera de salvar el primado del mundo verdadero sobre el hombre verídico. ¿¡Única manera!? Y sin embargo el gusano está en el fruto pues, eso no les impide a ustedes colocar el hombre verídico en el mundo verdadero, eso arroja en el mundo verdadero una perspectiva, quizá ustedes ya no puedan detenerse, si el mundo verdadero depende él mismo de una perspectiva, es el hombre verídico quien es primero. Eso tiene relación con el mundo verdadero.
Y en un texto que no es gran cosa, es por eso que insisto, Nietzsche dice “el mundo verdadero accesible al hombre sabio, piadoso, virtuoso, es decir al hombre verídico –él vive en el”, y subraya Nietzsche, “él es ese mundo”, él es, e-s. El hombre verídico es el mundo verdadero. Bueno, entonces podemos leer eso así, si, de acuerdo. Pero, puesto que nos consagramos a una lectura más exacta, más activa del texto de Nietzsche, él nos está diciendo una cosa muy, muy importante, para él, y añade, entre paréntesis, es la “forma más antigua de la idea relativamente hábil, simple, convincente –paráfrasis de la formula: yo Platón, soy la verdad”. Yo, Platón, soy la verdad. Esto lo firma Platón: el mundo verdadero supone al hombre verídico, de hay que podamos decir que el hombre verídico inventa el mundo verdadero. Sientan, estamos de lleno en nuestras historias de falsarios o no falsarios. ¿El hombre verídico no será el primero de los falsarios? El texto que considero aquí, de Nietzsche, es “El crepúsculo de los ídolos”, pasaje celebre, cuyo título es "Cómo el ‘mundo verdadero’ termino por convertirse en una fábula", vean, no digo pesado, quisiera que nos detuviéramos, enseguida, sobre esto, pero al menos vamos a ir muy lentamente, es fácil, pero hay que ir despacio, y esta historia en la que ha bastado que yo lance, y podría hacerlo de otro modo, yo estoy forzado a lanzar al hombre verídico en, yo definía al mundo verdadero como el mundo sin perspectiva del concepto, yo estaba forzado a lanzar a alguien que piense, es decir al hombre verídico, aquel que piensa el concepto, y por ahí, piensa la forma: el concepto, es el ser pensado de la forma [...]
[...] y si el mundo verdadero tiene una perspectiva, ¿no es el hombre verídico quién es primero respecto del mundo verdadero? Al punto que, siguiendo a Nietzsche, hay que decir: es el hombre verídico quién es el mundo verdadero, y si es el hombre verídico quien es el mundo verdadero, bien entonces, una vez más, la forma de lo verdadero ya ha dado lugar a la potencia de lo falso. El coro, en el sentido trágico, prorrumpe en sollozos, ¿el hombre verídico, entonces, es decir, hay que preguntarle al hombre verídico que es lo que quiere? En este punto, no puede decirnos más que: lo hemos desalojado. No puede decirnos más que: vean, yo quiero lo verdadero, puede decirnos eso. Puede decirnos: ¡quiero lo verdadero! ¿Cómo podría decirnos eso? Puesto que lo verdadero es lo sin perspectiva, nosotros le preguntamos: tu, en tu perspectiva, ¿qué es lo que dices cuando dices que quieres lo verdadero? Y ¿qué es esta perspectiva, la de quien tiene necesidad de ver, de querer lo sin perspectiva de lo verdadero? ¿Cuál es tu perspectiva? Yo digo al hombre verdadero, no podría decirlo al hombre verídico, no podría decirlo del mundo verdadero.
Si hubiese sabido hablar, me habría respondido: soy sin perspectiva, véame, soy el cubo, visto por el ojo del espíritu por todos sus lados, bueno, he aquí lo que me habría respondido, y yo no tendría más que callarme. Pero yo he esperado de, de apercibir al hombre verídico que estará ahí, dentro de lo verdadero, y le digo pero, ah, pero, tu, tu, tu, pavoroso, tu ¿tienes una perspectiva? Y si, él tenía una perspectiva, y esta perspectiva puede decir, es la perspectiva que consiste, una vez más, en querer lo verdadero, puesto que lo verdadero es lo sin perspectiva: ¿cuál es tu perspectiva, hombre verídico? ¿Qué es lo que quieres cuando dices “quiero lo verdadero”? pero Nietzsche dice que él va a comenzar a respondernos diciendo: no quiero ser engañado, esta vez (ver 344 de La Ciencia Jovial). El hombre verídico nos responde, yo quiero lo verdadero porque no quiero ser engañado. Pero ¿por qué, por qué no quiere ser engañado? ¿Quién es quién no quiere ser engañado? No podemos lanzar algo así, él dice no quiero ser engañado, ¿quién es quién no quiere ser engañado? Y Nietzsche mostrará en ese texto que detrás del “yo no quiero ser engañado”, hay todavía otra cosa, los remito a ese &344 de, de La Ciencia Jovial, aún hay algo, es, yo no quiero engañar, ni a los otros ni a mismo, no quiero engañar. Bien, tu no quieres engañar, y esto es un avance muy lento, es límpido como texto, es muy claro. El hombre verídico, he aquí que su perspectiva es esta: no quiero engañar ni a los otros ni a mi mismo, y si no quiere dejarse engañar es porque no quiere engañar ni a los otros ni a si mismo. Bien, ¿qué es eso? es la perspectiva moral del hombre verídico, al menos es la primera aparición de la perspectiva moral del hombre verídico. Habría entonces un presupuesto moral, es ese presupuesto moral el que es necesario, necesario a cualquier precio, necesario a cualquier precio analizar, de ahí el paso a un segundo orden de proposición. Y bien, el segundo orden de proposición, son textos muy variados de Nietzsche, en los cuales tenemos la impresión de que algo lo indigna siempre, y ese algo que lo indigna siempre, es un poco lo que he intentado decir desde el comienzo, ustedes lo encuentran en La Ciencia Jovial, &319 y &345. El inicio de &345 es muy bello, justo después el texto de... vean en 344, él desarrolla el que más allá del concepto de verdad había un problema de moral, y 345 se titula “el problema de la moral”. He aquí como comienza el texto: “la falta de personalidad toma su venganza por todas partes; una personalidad debilitada, pobre, muerta, que se niega y se reniega a sí misma, no vale nada, sobre todo para la filosofía. El ‘desinterés’ no tiene ningún valor ni en el cielo ni sobre la tierra”. El desinterés está ligado muy curiosamente con la falta de personalidad, en efecto, es la impersonalidad. La impersonalidad, todo eso, eso nada vale, “los grandes problemas exigen todos el gran amor”, rara esta forma... los grandes problemas, deducimos poco a poco de lo que se trata, lo que tenemos la impresión de comprender. Intento traducir para hacer los vínculos con lo que acabamos de decir, pongan atención, él nos está diciendo: si ustedes consideran los conceptos en sí mismos, es decir de manera impersonal y desinteresada, eso no vale para nada. La falta de personalidad no vale para nada, sobre todo para la filosofía. Nunca consideren un concepto de manera impersonal o desinteresada.
“Los grandes problemas exigen el gran amor y solo los espíritus vigorosos, nítidos y seguros, solidamente asentados, son capaces de este gran amor”. Y he aquí lo que eso quiere decir, pero eso tiene el aire verdaderamente de una banalidad... pero cuando son banalidades de Nietzsche, después de todo, puede ser que ellas nos interesen. “Hay una diferencia enorme entre el pensador que desarrolla su personalidad en el estudio de esos problemas al punto de hacer de ellos su destino, su pena y su más grande alegría, y aquel que permanece impersonal, que no sabe palparlos y captarlos más que con las antenas de una fría curiosidad”. Entonces, eso parece decirnos entusiásmense, o lleven el interés a las cosas, etc... y eso no quiere decir otra cosa, bueno, eso va, muy bien, eso sólo quiere decir eso, simplemente eso da a esto una profundidad que no conocíamos de entrada. ¿Qué es lo que, en efecto, está diciéndonos? Y, es el segundo tipo de proposición que quiero retener, que he esbozado ampliamente: el concepto, yo decía: visión sin perspectiva, y él añade: visión desinteresada impersonal –eso no vale nada si a usted no le liga a eso el gran amor, un gran problema implica un gran amor. Entonces, eso quiere decir, sin duda, pero eliminemos enseguida todo lo que eso no quiere decir, eso no quiere decir, bien si, el sabio que ama mucho su pequeño... por ejemplo, el especialista en coleópteros que adora su coleóptero, o bien el especialista el Descartes que adora el cogito, o el especialista en Kant que adora... eso no debe querer decir eso, y que gasta toda su vida, porque la cuestión a la que sentimos enseguida que apunta es... si, si, no es necesario el concepto impersonal y desinteresado, no, y todavía me expreso mal, vean ustedes, eso está completamente, está completamente bien está historia, no es que los conceptos no sean impersonales y desinteresados, ellos lo son, es lo sin perspectiva. Nietzsche no nos dice: él no necesita eso, Nietzsche nos dice: si ustedes no le añaden el gran amor, eso no vale nada. Bueno. Entonces intento decir ¿qué es el gran amor? Todo depende de la vida. Vuelvo a mi especialista en coleópteros, él tiene puesta toda su vida en eso, aún eso puede ser formidable, él ha puesto toda su vida en, bueno, no puedo decir los coleópteros, porque él diría, los coleópteros son un mundo infinito, en tal coleóptero, y mejor puede ser que haya puesto toda su vida en la articulación de la pata izquierda de tal coleóptero, quizá, bueno, ¿qué es eso? Eso puede ser eso, eso puede ser eso, pero evidentemente el gran amor designa un estado de vida.
Un estado de vida, ¿qué significa un estado de vida? Un estado de vida, siempre es relativo. Quiero decir un estado de vida siempre es un paso, de hecho no hay estado de vida, hay pasos de un estado a otro. Los pasos de un estado a otro son pasos de estado, y pueden hacerse en dos sentidos: paso a un estado que envuelve una más grande potencia de vida, fuerza de vida, o paso a un estado que envuelve menos fuerza de vida. Cualquier paso en el sentido de aumento o disminución se llamara un afecto. Los afectos son pasos. El afecto que aumenta una fuerza de vida, Nietzsche habla frecuentemente de este, le da un nombre particular, lo llama ebriedad. La ebriedad, no es beber, no es la droga, si bien Nietzsche hace alusión a la bebida y la droga, algunas veces. ¿Eso produce tales aumentos o no? ¿Esos aumentos se pagan con una considerable disminución? etc.... todos esos problemas, es necesario, habría que verlos en cada caso. Pero él llamará ebriedad a cualquier intensificación, cualquier proceso de intensificación que aumente la potencia de vida. Más mi potencia de vida, ven entonces ustedes, yo elijo por mi, yo, todo depende de cada uno, lo importante es que uno decide, algo así como: vale más que una potencia de vida aumente más bien a que ella no disminuya. Ustedes me dirán: pero hay casos, hay casos, en los que no hay elección, por ejemplo la enfermedad. Su potencia de vida disminuye, ese no es el asunto, comprendan, Nietzsche es bastante maligno, sobre todo él que tiene una frágil salud, y nos está diciendo: ¡vivan los fuertes! Hay que volverse fuerte, para nada. Él dice: cualquiera que sea su estado, cualquiera que sea su estado, hay afectos, que son pasos a una menor potencia de vida y afectos que son pasos a una potencia de vida más grande. Comprendido el momento en que usted está muriendo. Llega un día en que un moribundo, no es, siente, siente sobre su frente, una pequeña caricia de luz o de sol que lo reconcilia con la muerte. Yo digo, ese fue un fantástico aumento de potencia de vida. Si tenemos un atleta, en toda la posesión de sus medios, que mira alrededor suyo y los envidia diciendo, quisiera tener la forma de las orejas de aquel, la mirada inteligente de aquel otro, etc.... yo digo que este hombre amargo, si bien presume de su cuerpo, y aún de su necesidad, si bien presume de su alma, permanentemente disminuye su fuerza de vida. Bueno, quizá ustedes presienten lo que Nietzsche nos va a decir, no se trata de reemplazar, sobre todo no, no se trata de reemplazar lo verdadero por lo útil. Porque a lo útil, a eso, usted no le da una dirección, ¿útil a quien? ¿a qué? Se trata de unir el concepto, es decir lo sin perspectiva, impersonal y desinteresado al más grande amor, es decir al afecto, llamando afecto a los pasos... correspondientes a las variaciones de la potencia de vida, es decir a los aumentos y disminuciones de la potencia de vida. Permanentemente estamos pasando. Es decir, nuestra potencia de vida varía a cada instante. ¿Por qué? Sin duda por una razón muy simple: es que siendo el afecto un paso, tiene una relación fundamental con... lo que Comtesse llamaba muy bien la última vez, la fuerza del tiempo, y ¿qué es eso, la fuerza del tiempo? La fuerza del tiempo es lo que hace aumentar o disminuir una potencia de vida.
Bueno, añadamos un último punto para comprender este segundo tipo de textos de Nietzsche. Entre más aumenta mi potencia de vida, más apto soy para percibir cosas... para decirles a ustedes hasta que punto lo útil no es un criterio para esto, pero me parece muy importante el que entre más mi potencia de vida aumenta, más soy capaz de percibir cosas, entre más disminuye, menos capaz soy de ver cosas, y saber ver, percibir más cosas, ¡qué fantástica ganancia! ¿Qué es esta maravilla? ¿Qué decir de personas demasiado amargas y desgraciadas? ... de cierto modo, como decimos, ellos han forjado su desgracia, ellos han secretado su tristeza, no ven nada... no saben ver. Hombre, hay gente que no sabe ver, si, son los mismos en los cuales la potencia de vida disminuye constantemente, decrece... entre más aumenta mi potencia de vida, más apto soy para percibir y percibir más cosas. ¿Quién ha dicho eso? ¡Spinoza! Spinoza lo dice permanentemente, y, es sobre este punto que Nietzsche dirá: no tengo más que un predecesor, es Spinoza. No tengo más que un predecesor, es Spinoza... y los dos tienen, en fin, verdaderamente, ellos tienen una salud muy frágil, una salud muy frágil. Entonces, entonces no se trata de tener una buena salud, no es eso, ese no es su problema, sino aumentar su fuerza, su potencia de existir. Aumentar la potencia de existir de tal manera que seamos aptos y que uno devenga apto para percibir lo más de cosas posible. Devenir apto para percibir lo más de cosas posible, es un tema que no ha dejado, que no deja de frecuentar a la literatura inglesa... y es por eso que encontramos las direcciones de búsquedas que les proponía en otras ocasiones. Si retomo tres grandes cuadros de literatura americana: Herman Melville, Virginia Wolf... tenía un tercero, ya no lo tengo, ha desaparecido... (desde la sala dicen: “Henri James”), ah... Henri James, no es por azar hermano del filósofo. Si hubiese alguien de lectura inglesa o americana, que quisiera hacer un trabajo original, yo creo que esto no se ha hecho nunca, sería, un estudio comparado de los dos hermanos, el filósofo y el novelista. Dejando aparte ideas ya dadas de que Henri James es genial, y que el hermano es un gran débil, que, que vale lo que los manuales de filosofía han hecho de él, ahora bien William James es un filósofo de genio. Los dos hermanos no se querían mucho, pero es justamente más interesante porque estaban en relación y la comparación de James como filósofo, de William James como filósofo y de Henri James como novelista, a mi modo de ver, sería apasionante, y no creo que haya habido un inglés o un americano que se hayan atrevido sobre esto. Pero, dicho esto, dicho esto, consideren que para aquellos que conocen un poco la obra de Virginia Woolf, la obra de Herman Melville, la obra de Henri James, podríamos decir, de cierta manera, que es un inventario, un inventario fantástico de los estados y los medios de percepciones y que, la gran lección, o una de las grandes lecciones de la novela inglés-americana, es que ustedes no saben percibir, y que, a mi modo de ver, es una de las razones por las cuales los ingleses y los americanos nunca han creído bueno hacer la división ruinosa de Francia, entre filosofía y literatura. No es por azar que los literatos son sus más grandes pensadores. Es forzoso, es forzoso, me explico un poco. Virginia Woolf, tiene una idea simple, y todos ellos tienen una idea simple, Bergson la ha tenido entre nosotros. Es: eso funciona cuando son sólidos, llegamos a percibir siempre el cubo, la perspectiva, la perspectiva aquí es una perspectiva simple. Las perspectivas sólidas, es decir las perspectivas espaciales, eso, la percepción las saca, pero, es verdaderamente, no solamente, es el embrión de la percepción, lo que se percibe es el embrión, pero es más, nos impide percibir lo que cuenta. Entonces, ¿qué es eso de recurrir a lo que cuenta? Es lo que no tiene forma. Percibir lo que no tiene forma, ah, hombre, eso comienza a ser interesante, es más difícil. ¿Qué es lo que no tiene forma? Por ejemplo, es lo que está entre dos cosas, percibir entre las cosas. Ah, bueno, percibir entre las cosas, no es fácil, yo se percibir las cosas, pero percibir entre las cosas, pues si comienzo por ahí, percibir entre las cosas, no término... tenemos la frase que Godard ha hecho celebre, la famosa frase sobre Vélasquez: él no pintaba las cosas, pintaba entre las cosas. Bueno, ¿qué es lo que hay que percibir entre las cosas? ¿es que todo tiene una forma? ¿qué es percibir una nube? ¿qué es percibir lo que no deja de cambiar de forma? ¿qué es el paseo de Miss Dalloway, en Virginia Woolf? Será el descubrimiento de toda una graduación de escalas, una escala de los modos y grados de percepción. ¿Qué son todas las novelas de Virginia Woolf, sino extraordinarios estudios perceptivos? ¿Qué es el arte, sino esos dos aspectos a la vez, quiero decir... el afecto y el percepto?
Aumentar la potencia de existir o disminuirla, miremos, miremos, miremos, y nos volvemos aptos para percibir. ¿Qué es lo que usted supone que aprende con la pintura? Eso que usted no sabe y no sabría nunca, si no hubiese pintura, a saber, se supone que aprende a percibir, ¿aprende a percibir el cuadro? Para nada, para nada... a través del cuadro aprende a percibir el mundo... ¿quiere decir el que representa el cuadro? Evidentemente no, evidentemente no. Se supone que deviene apto, se supone que deviene apto para percibir más cosas.
¿Qué son la gente que no percibe nada? ¿Son nada, para hablar en su moral? O para hablar como Nietzsche, es en efecto, gente desinteresada... finalmente si se interesan en algo, pero es en ellos mismos, todo puede pasarles bajo la nariz, comenzando por lo más bello, lo más simple, creo. Lo más bello, lo más simple, puede ser una corriente de aire, un viento. Los ingleses son especialistas en eso. Pero percibir, entre dos cosas, percibir lo que no tiene forma, todo eso, ¿que implica? Implica quizá, entonces, singulares variaciones en la potencia de existir. ¿Por qué Miss Dalloway dice: “nunca más diré yo”?... quizá es que yo,... hay un curioso lazo con los sólidos, y ¿qué es toda esta escala de un mundo de la percepción por descubrir? Yo diría lo más bajo en el mundo de la percepción, ¿qué es? Bien, usted sabe, no es difícil, en efecto, es lo sólido, porque es objeto de perspectiva espacial. Y lo que nosotros sabemos percibir son los objetos que se ofrecen a una perspectiva espacial. Mi cubo, lo capto bajo un perfil, giro alrededor de el para captar otro perfil, o bien no giro, como dicen muy bien, como dicen los fenomenólogos, que permanentemente, que permanentemente, cuando hacen una fenomenología de la percepción, permanecen en ese estadio de la percepción. Como decía Merleau-Ponty: bien si, intenciono el cubo, la totalidad del cubo a través del perfil que me es dado. Bueno, ¿y qué?, ¿y qué?, bien, y cuál es la importancia, quiero decir, es el más bajo grado de percepción. ¿Qué hay en vivir si apercibo que apercibir no es eso? Y que es al mismo tiempo muy simple, que percibir es devenir apto para percibir cada vez más cosas, que de entrada no eran percibidas. Bueno, lo que pasa es que sustituyo cada vez más, abandono cada vez más el mundo de las percepciones espaciales, para alcanzar algo de hecho diferente, de lo cual hablamos en último año, a saber, devengo el hombre de la perspectiva temporal, es el tiempo el que actúa como perspectiva, y solo el tiempo actúa como perspectiva: la verdadera perspectiva es el tiempo. No hay perspectiva en el espacio o son falsas perspectivas.
Sólo cuenta la perspectiva temporal, pero alcanzar la perspectiva temporal, es devenir apto para percibir lo que no se deja percibir de entrada. Ahora, yo digo, vuelvo hacia cosas más razonables, es por eso que los ingleses y los americanos siempre han sido spinozistas y nietzscheanos, aún sin saberlo. El gran texto de Spinoza, era, al final del libro tres, la definición general de los afectos, y en la definición general de los afectos ustedes encuentran tres temas: un primer tema, la representación o el concepto; un segundo tema, mi fuerza de existir o mi potencia de existir eminentemente variable. Cada representación o concepto está en relación con una variación, es decir hace variar mi potencia de existir. Yo diría: la representación en si misma, es el concepto, la representación cogida en si misma y considerada por si misma, de manera desinteresada, etc. es el concepto. La representación considerada como haciendo variar mi potencia de existir. En cada momento, hay siempre, tengo siempre representaciones, son el afecto. Y la representación en tanto que me vuelve más o menos apto para percibir un más o menos gran número de cosas: es el percepto. El primer aspecto, el concepto, digo no hay problema, lo reunimos con todo lo que hemos visto y decimos una vez más, es la forma de lo verdadero. Pero el doblete, afecto y percepto, el afecto es: aumento o disminución de mi potencia de existir. Percepto es: un cierto estado, o una cierta aptitud de percibir más o menos cosas. Eso ya no es la forma de lo verdadero, ¿qué es? Es el dominio de la potencia. Y de la potencia, aquí encontramos la coherencia de todo lo que hemos hecho hoy, la potencia como... yo diría también como [¿moral?] o como ética. Entonces, moral, moral, tengo igualmente necesidad... bueno digamos ética.
¿Qué es ética? Eso quiere decir, y Spinoza ha definido siempre así a la ética, ética quiere decir: que cada uno de nosotros, hasta donde le es posible hacerlo, haga que su potencia de existir aumente al máximo, y al mismo tiempo que cada uno de nosotros, tanto como lo sea en él, es decir tanto como le sea posible, en virtud de las circunstancias objetivas, pero quiero decir esto también para un moribundo, que no se me haga más esa objeción, vale para un enfermo, vale para, que cada uno de nosotros, tanto como este en él, se esfuerce en devenir apto para percibir más cosas. Yo diría, eso, es el dominio de la potencia.
¿Cómo definir esos dos aspectos de la potencia: una vez más afecto y percepto? Bien, he aquí, seamos nietzscheanos, intentemos permanecer nietzscheanos. Ven ustedes que todo lo que él llama voluntad de potencia, Nietzsche, comenzamos a comprenderlo, es la misma cosa que la ebriedad, es decir el aumento de la potencia de existir. Evidentemente, eso no quiere decir conquistar el poder, porque conquistar el poder, eso no da una aumento de la potencia de existir, y sobre todo eso no los hará percibir más cosas, al contrario, eso restringe mucho su visión, es sabido que los hombres de poder no ven estrictamente nada, ¿no es así? Es necesario estar singularmente fuera del poder para ver algo, bueno... entonces, ¿cómo definir esos dos aspectos de la potencia, el afecto y el percepto? Comprendan, yo no voy a decir: bajo los conceptos, es el curso que he querido hacer por, por tantos años, sobre “¿Qué es la filosofía?”. Consistiría en decir: pero, hay una intimidad especial del concepto, del afecto y del percepto que constituye la filosofía. Es, bueno, pero ¿qué es lo que, para nada, quiero decir? Hay que abandonar el concepto. Como Nietzsche, en los textos que he comentado, pero entonces de lejos, La ciencia jovial 319 y 345, 319 y 345 [...]
[...] no hay buenos conceptos sin gran amor. No hay buenos conceptos sin un gran amor, pero, sin un gran amor, eso quiere por entero, -comprendan, al menos se ha progresado, eso quiere decir estrictamente: interésese en lo que hace, por pequeño que eso sea, eso quiere decir que los conceptos o los pensamientos que usted tiene, sean los que sean, de orden científico o filosófico, o de cualquier orden, no lo son sin aumentar su potencia de existir y sin hacerle percibir una multiplicidad de otras cosas.
Entonces, yo, ¿cómo definiría el afecto? Lo que aumenta mi potencia de existir. Nietzsche nos dará la continuación, es lo que nos hace más, más ligeros. Quiero decir, comprendan hasta que punto es concreto: Nietzsche quiere decirnos cosas muy simples, si usted ama a alguien, si ama a alguien, de dos cosas una, y esa no será su culpa, usted sacará de eso una triste congoja... hemos visto, las, las tristes congojas, lo vemos en la necesidad de, ah, ¿él me ama? ¿Ella me ama? ¿Ella me engaña? Problema de la verdad, ¿me engaña o no? Congoja, diez minutos de retardo... todas esas cosas... Antonioni decía: estamos enfermos de Eros, estamos enfermos de Eros. Bueno, yo diría que en ese caso, el amor disminuye su potencia de existir, ¿le hace a usted percibir más cosas? De la mañana a la noche, como un estúpido, yo exagero, pero en fin, pero eso no lo hace a uno, no solo no muy inteligente, lo vuelve no perceptivo, lo vuelve no visionario. Al contrario, aún en un amor de los que se dice desgraciado, yo imagino, lo que digo es nietzscheano, yo, es de hecho nietzscheano, es, yo no se si él vivía así, pero, es duro vivir así, él no pretendía: culpar, culpar, culpar, llegar a eso, muy difícil, un amor desgraciado, de cierta manera, supongo, ¿habría una alegría de amar? Amar a alguien, después de todo, es encontrar en él, quiero decir, allí también, es ser capaz de percibir algo que no es evidente, nunca es muy evidente, pero uno es capaz de percibir algo, la cuestión no es: ¿es que eso existe, verdaderamente? Tengo una percepción, ¿qué quiere decir la percepción? Bien, percibo algo, se me dice: ¿existe verdaderamente? Pero yo digo: pero que, eso no va en la cabeza, verdaderamente. Eso quiere decir que puedo dibujarla como se dibuja la forma de una nariz. Entonces me pueden decir: si, tu, tu dices que ella tiene la nariz respingona, pero ella al contrario tiene la nariz ganchuda, eso, eso podemos discutirlo, es sólido, es de la perspectiva espacial. Pero, si una sonrisa, aún dirigida a otro, me da una especie de sentimiento de perfección, bueno, ustedes no van a decir: ¿es verdadero, es falso? Yo diría, pero de quién hablas, ¿qué quiere decir eso? No es el asunto. Yo digo que, un tal amor, que me parece insensato después de todo, es más bien alegría de amar, aún, si no se es amado, eso es secundario. ¿Es secundario? no, no es secundario. Pero, en fin, no hay de qué llorar, todo eso se recobrará. No hay de qué llorar, no hay de que hacerse, no hay de que estar enfermo... esa, es una forma de amor que consiste en aumentar la potencia de existir, y de golpe usted se vuelve más apto para percibir más y más cosas y gente, y eso quiere decir forzosamente, ¿eso quiere decir: multiplique sus amores? No quiero decir eso, para nada, y Nietzsche no quería decir que es necesario amar a muchos, no para nada. Pero entre más usted ama a alguien, más aumenta su potencia de existir, y más deviene apto para percibir cosas, si es preciso de otra naturaleza. Ustedes me dirán: ¿qué es ese discurso grotesco sobre el amor? Es, no es grave, porque podría ser algo distinto al amor, un afecto cualquiera, ustedes tienen afectos que disminuyen su potencia de actuar, llamémoslos afectos pesados. Tienen afectos que aumentan su potencia de actuar, llamémoslos ligeros. ¿Decimos que este es un asunto con qué? Decimos que este es un asunto con lo más, lo más profundo en la sabiduría, y en la sabiduría de los sabios, es decir la relación que usted debe tener y mantener con un centro de gravedad. Entre más identifique, y más localice sus propios centros de gravedad, usted será más ágil, rápido, y aumentará su potencia de actuar, aún al precio de los desequilibrios, aún al precio de un desequilibrio que habría de compensar perpetuamente, todo eso, y entre más distante este de sus centros de gravedad más pesado será. Bueno, son lo pesado y lo liviano cuando defino el afecto respecto de centro de gravedad, y aquí, si debo reclamarme de un autor, en este caso sería esta vez de un alemán, del romántico alemán Kleist, si ustedes definen el afecto respecto del centro de gravedad, ven que los afectos que tienden a aumentar su potencia de actuar, son afectos ligeros, los otros son afectos pesados, de donde la expresión de Nietzsche: “que la tierra devenga la ligera”.
Segundo aspecto de la ética. Devenir apto para percibir más y más cosas. Pero, eso quiere decir ¿sin importar qué?, eso no es aditivo, no es percibir más y más cuadros, cosas sólidas, hemos visto que era pasar a otro umbral de la percepción. Percibir otras cosas y percibir diferentemente. Lo he dicho un poco para Virginia Woolf, lo he dicho para Melville, tanto más cuanto que hay un libro todavía inédito sobre Melville, muy, muy bello, de Jaworski que hace, por ejemplo, a propósito de Herman Melville, un inventario completo de los estados de visión, según Melville, del mar por el marino, en función de las posiciones del marino, es decir, en función de las relaciones con el centro de gravedad, a saber el mar visto desde lo alto del mástil, el mar visto desde la mitad del mástil, en mar visto sobre el barco, el mar visto desde una barcaza, etc... tenemos toda una especie de, toda la obra según Jaworski [...] -- interrupción del registro original –
[...] un centro supuesto de inercia, pero ¿respecto de qué se define? De un punto de vista, de un centro de visión, de un centro óptico, tengo dos palabras de la palabra centro, dos sentidos de la palabra centro, evidentemente en cada caso, esos dos centros que están ligados, permanentemente se mueven, siendo el centro como el punto de vista a partir del cual, pues lo importante no es simplemente percibir otras cosas, es que esta percepción sea una verdadera nueva ordenación, ordenación de las cosas, no se trata de arreglar como en un armario, sino –y por eso la percepción hace parte de la filosofía- se trata no de arreglarlas como en un armario, se trata de... agruparlas en series nuevas. No solo percibir novedades, sino darles una ordenación nueva. Y vuelvo perpetuamente al ejemplo, entonces eso, eso, ¿cómo hace los reagrupamientos? Cuando les hablaba el último año, muy rápido, de la teoría de las cónicas ¿qué es? Se tienen las... ¿qué es lo que quiere decir en geometría la teoría de las cónicas? Quiere decir algo muy simple, es una teoría precisamente que va a introducir el perspectivismo en matemáticas, en geometría. Ahí, vemos muy bien lo que quiere decir el perspectivismo. Consideren un cono y secciónenlo según secciones diferentes. Entonces sobre cada plano de sección habrá una figura: el ojo vértice del punto de vista, en el que esas figuras aparecen, ¿qué es lo que el ojo descubre al mismo tiempo que el cono pasa por las secciones? Descubre una serie: el círculo, la elipse, la hipérbole, la parábola, dos rectas, un punto, etc. Las enumero sin ningún orden, puedo decir un punto, desde cierto punto de vista, desde cierto punto de vista puedo decir un punto, un círculo, una elipse, una hipérbola, una parábola, son, y tienen, en común ser, secciones cónicas... digo: he aquí un caso típico, yo los hago percibir de otra manera, los he percibido de una nueva manera, he descubierto algo que tendrían en común y que otros no habrían concebido, eso sería del orden del concepto, sería del orden del concepto, habría descubierto una nueva propiedad de una de esas figuras, pero no es eso, no, he descubierto una relación de paso de la una a la otra según que oriente mi sección cónica, puedo pasar de una hipérbola a una parábola, puedo pasar de un círculo a una elipse orientando la sección cónica. Digo eso, eso no es del orden del concepto, es del orden del percepto, bien, uff, escuchen, resumo. Yo resumo, si, porque todo esto es muy complicado. He aquí en que estamos: la forma de lo verdadero, de acuerdo, nosotros lo llamamos el concepto, ustedes recuerdan, aquí, yo fijo el vocabulario para que este de acuerdo sobre eso, la forma de lo verdadero, lo llamamos el concepto. Insisto sobre forma. La potencia... decimos que la potencia tiene un doble aspecto, es el afecto y el percepto.
Añadamos: al igual que el mundo verdadero remite a un hombre supuesto verídico, el concepto no se basta, sino remite a dos aspectos de la potencia: el afecto y el percepto. Añado, bajo uno de esos aspectos, el afecto, la potencia podrá llamarse, según la palabra que proponía Comtesse la otra vez, “la fuerza del tiempo”, puesto que en efecto, el afecto es perpetuamente el paso según el cual aumenta o disminuye mi potencia de existir. Y es el tiempo quien nos vuelve pesados, exactamente como el tiempo es quien nos vuelve ligeros. Y podría decir del tiempo que es como la fuerza del afecto como tal, y el percepto es el otro aspecto de la potencia y el percepto viene a redoblar eso, puesto que, lo sentimos, el percepto capta desde un punto de vista, desde su punto de vista perspectivista, que es precisamente la perspectiva temporal, por oposición a las simples perspectivas espaciales...
La crisis de la noción de verdad, es la confrontación del concepto con sus dos correlatos: afecto y percepto. Y cuando nos encontramos frente a la forma de lo verdadero, frente al concepto, hay que preguntarse, bueno, ¿ese concepto, esa forma de lo verdadero, aumenta nuestra potencia de existir, o al contrario es el grado más bajo de la potencia de existir? Tenemos que preguntarnos: ¿nos vuelve más aptos para percibir más y más cosas o al contrario petrifica, fija cualquier perspectiva? Bueno, lo pesado, la ligereza del tiempo, de la percepción, la percepción que remite a una perspectiva temporal, esa es la relación de lo verdadero y el tiempo... pero, yo tendría al menos que volver eso un poco más claro, ¿eso funciona o no funciona? Porque... (alguien en la sala dice: “es claro”) ¿Te parece claro? Yo, me digo de golpe, entonces aquí, que papilla... (alguien en la sala dice: “¿qué?, para nada”) ... cuando es difícil, es necesario que, eso que sostengo, ven, si, intento volver a decir, para... y pues yo termino porque eso puede devenir todavía más abominable. Ven, yo digo a la vez que el concepto debe relacionarse con los afectos y los perceptos, pero, pero, no hay nada posible si no hay concepto, simplemente lo que yo pienso es que la forma de lo verdadero precisamente debe ser completamente puesta en cuestión, ¿por qué? Cuando ustedes ponen, cuando confrontan el concepto con los afectos y perceptos, en ese momento, la verdad pasa por una crisis fundamental, y la fuerza del tiempo, en su doble, bajo su doble aspecto, afecto y percepto deviene por eso mismo una potencia de lo falso. Pero ¿una potencia de lo falso que va a donde, hasta donde llega? Y bien, es él mismo, es Nietzsche quien podrá también poner en cuestión la verdad y decir que es una noción catastrófica, y decir todo el tiempo: nosotros, los buscadores de la verdad... quiero decir, en efecto, hay que someter la verdad a la potencia de lo falso. Someter la verdad a la potencia de lo falso, eso quiere decir someterla a los afectos y a los perceptos. Y ¿con qué fin, para llegar a qué? ¿Qué puede hacernos hacer la fuerza del tiempo si nos vuelve tan ligeros para hacerlo? Y bien, lo que digo es muy plano, es lo más plano, entonces digo enseguida que es, es mi objeto este año, pero eso podrá tomar un poco de consistencia a medida que yo avance, pero lo digo enseguida para aportar claridad, es muy simple, lo que la potencia de lo falso puede hacernos hacer, si llegamos al más alto grado de la potencia de lo falso, es hacer de la verdad algo por crear, y la idea de crear la verdad, de crear de la verdad... pero crear algo que sea próximo a la verdad, crear la verdad es una idea muy, muy rara, quiero decir, para mi, si se me pregunta cuál es la gran diferencia entre la filosofía antigua y la filosofía moderna, para mi es únicamente esta: La filosofía antigua es una filosofía para la cual la verdad preexiste y debe ser creada, es decir tiene una forma de lo verdadero... perdón, ¡qué estoy diciendo! Debe ser descubierta, es decir hay una forma de lo verdadero. Llamo filosofía moderna a una filosofía para la cual al contrario, la verdad debe ser creada, constituida, no descubierta, ¡creada! La creación de algo verdadero... y la creación de verdad, ¿qué es? Es la creación de algo nuevo, es estrictamente idéntico. Al igual que el descubrimiento de la verdad para la filosofía antigua, es el descubrimiento de lo eterno, la creación de lo verdadero para la filosofía moderna es la emergencia de una, de una novedad.
De donde en los filósofos importantes, los filósofos muy importantes de, de, de lo que se llama la edad moderna, son filósofos como Bergson, Whitehead, Sartre, que permanentemente han puesto la filosofía bajo el signo: ¿con qué condición es posible la creación, la constitución de algo nuevo? Esa es la cuestión anti-platónica por excelencia, si me atrevo decirlo, es decir, es la cuestión que se opone a la de la filosofía antigua. Y Whitehead, Whitehead por ejemplo crea, autor que es poco conocido en Francia, porque a los franceses no les gustan los ingleses, pero... eso es verdad recíprocamente... Whitehead, que es uno de los grandes genios del siglo XX, ha hecho toda una filosofía de las cosas que él mismo llama la creative... la creativeness. Inventa todo tipo de categorías fundadas sobre la pregunta: ¿cómo es posible la emergencia en el mundo de algo nuevo? Ese, ese es el asunto de la filosofía llamada moderna, no es para nada que los griegos sean superados, pero ellos no planteaban esta cuestión. Va de sí que desde entonces las relaciones entre la ciencia y la filosofía, etc... también a nivel del evolucionismo, a inicios del siglo XIX se explican muy bien, es verdaderamente la fascinación que tiene la filosofía por este pequeño problema.
Pero, ¿qué es crear la verdad? Crear la verdad es constituir, es hacer emerger algo que sea nuevo en el mundo. Bueno, entonces, bueno, pero bien, ¿qué es lo que yo quería decir? Bien, es esto, cuando yo digo: tiene la forma de lo verdadero, ven enseguida mi esquema, es que para ustedes, ustedes encuentran, que soy completamente molesto al decir cosas demasiado oscuras. Cuando digo: la crisis de la verdad está ligada al tiempo, eso quiere decir la forma de lo verdadero debe ser, si ustedes quieren, confrontada y desaparecer en la potencia de lo falso. La potencia de lo falso tiene dos aspectos: el afecto y el percepto. Pero alégrense, no pierdan el ánimo, pues la potencia de lo falso, elevada a su última potencia les devolverá la verdad, evidentemente es un poco decepcionante, hay nada puedo, les devolverá la verdad, pero bajo una forma absolutamente nueva, es decir no bajo la forma de un pensamiento de lo eterno o de una forma de lo verdadero, sino bajo la forma, de una forma orgánica de lo verdadero, pero bajo una forma de hecho diferente, la creación de algo nuevo, sea lo que sea. Entonces, con mayor razón, es allí que Nietzsche puede decir algo como esto: para algo nuevo por pequeño que sea, es necesario el gran amor. Voy a decirles tengo una vaga vergüenza de mi, pero en fin, eso no es nada, hoy no puedo más... la próxima vez será necesario que yo, que yo retome todo esto más escolarmente, no lo repetiré, pero voy a apoyarme en Platón, ese será un poco mi castigo. Ah, si, si, eso, es, es... ha llegado la hora, es necesario Platón, es necesario, siento que a ustedes les falta Platón, gracias.
Trascrito por Claude Mercier (Toulouse)
Traducido al español por Ernesto Hernández B., Cali, abril de 2006.