Les cours
-
Sur Rousseau
-
Anti-Œdipe et Mille Plateaux
-
Sur Kant
-
Appareils d'État et machines de guerre
-
Sur Leibniz
-
Anti-Œdipe et autres réflexions
-
Sur Spinoza
-
Sur la peinture
-
Cours sur le cinéma
-
Sur le cinéma : L'image-mouvement et l'image-temps
-
Sur le cinéma : Classifications des signes et du temps
-
Vérité et temps, le faussaire
-
Sur le cinéma : L'image-pensée
-
Sur Foucault : Les formations historiques
-
Sur Foucault : Le pouvoir
-
Sur Leibniz : Leibniz et le baroque
-
Sur Leibniz : Les principes et la liberté
Écouter Gilles Deleuze
Sur Spinoza
Las velocidades relativas del pensamiento
El pensamiento a velocidad absoluta
Y yo decía después de todo, la intuición intelectual –que Spinoza presenta como la intuición del tercer genero de conocimiento-, es una especie de pensamiento como un relámpago. Es un pensamiento a velocidad absoluta. Es decir que va a la vez a lo más profundo y que abarca, que tiene una amplitud máxima y que procede como un relámpago. Hay un bello libro de Romain Roland que se llama “El relámpago de Spinoza”…. Y yo decía, cuando ustedes lo relean, es necesario que sean sensibles, o al menos que piensen en esta cuestión que yo solamente planteo, a saber que parece, como les decía la última vez, que el libro Cinco procede de modo diferente. Es decir que en el último libro de la Ética y sobre todo a partir de un cierto momento que Spinoza mismo señala, el momento en el que pretende entrar en el tercer genero de conocimiento, las demostraciones ya no tienen el mismo esquema que en los otros libros, porque en los otros libros las demostraciones eran y se desarrollaban bajo el segundo orden de conocimiento. Pero cuando accede al tercer genero de conocimiento o a una exposición siguiendo el tercer genero de conocimiento, el modo demostrativo cambia. Las demostraciones sufren contracciones, hay todo tipo de… hay tiempos de demostración que, a mi modo de ver, han desaparecido. Todo está contraído, todo va muy rápido. Bueno, es posible… pero eso, eso es sólo una diferencia de velocidad entre el libro Quinto y los otros. La velocidad absoluta del tercer genero, es decir del lib ro Quinto, respecto de las velocidades relativas de los cuatro primeros libros.
El pensamiento produce la lentitud y a veces va más rápido
Yo decía también otra cosa la última vez. Si me instalo en el dominio de las velocidades relativas del pensamiento, un pensamiento que va más o menos rápido. Me explico: tengo ese problema porque eso plantea una especie de problema práctico. No quiero decir que haya que poner poco tiempo en el pensamiento. Seguramente el pensamiento es una cosa que toma tiempo extraordinar iamente. Toma mucho tiempo. Quiero hablar de velocidades y de lentitudes producidas por el pensamiento. Así como un cuerpo tiene efectos de velocidad y de lentitud según los movimientos que emprende. Hay movimientos en los cuales es bueno para el cuerpo ser lento. Y hay momentos en los cuales es bueno para el cuerpo estar inmóvil. No son relaciones de valor. Y puede ser que una velocidad absoluta y una inmovilidad absoluta se reúnan absolutamente. Si es verdad que la filosofía de Spinoza procede como y por una colocación sobre una especie de plano fijo. Si hay esta especie de plano fijo spinozista en el cual se inscribe toda su filosofía, es evidente que la inmovilidad absoluta y la velocidad absoluta hacen uno. Pero en el dominio relativo de los cuatro primeros libros, a veces es necesario que el pensamiento produzca la lentitud, la lentitud de su propio desarrollo y a veces, es necesario que vaya más rápido, la veloci dad relativa de su desarrollo relativo en tal o cual concepto, en tal o cual tema.
Hay una velocidad del afecto
Ahora bien, yo decía, si ustedes recuerdan el conjunto de los cuatro primeros libros, me parece de nuevo, yo hago –yo hacía otra hipótesis sobre la cual no quiero extenderme demasiado- y es que, en la Ética, tenemos esa cosa insólita que Spinoza llama los escolios, es decir una especie de acompañamientos de las demostraciones. Y yo decía, si ustedes lo leen en voz alta, -no hay razón para tratar a un filósofo de modo distinto a como se trata a un poet a…- si ustedes lo leen en voz alta, serán inmediatamente sensibles a esto: que los escolios no tienen la misma tonalidad, no tienen el mismo timbre que el conjunto de las proposiciones y demostraciones. Y que allí el timbre se hace, como yo diría, pathos, pasión. Y que Spinoza allí muestra especies de agresividad, de violencia a las cuales un filósofo tan sobrio, tan sabio, tan reservado no nos había forzosamente habituado. Y que hay una velocidad de los escolios que es verdaderamente una velocidad del afecto, por diferencia con la lentitud relativa de las demostraciones que es la lentitud del concepto. Como si en los escolios los afectos estuviesen proyectados mientras que en las demostraciones los conceptos son desarrollados. Entonces ese tono pasional práctico –quizá uno de los secretos de la Ética está en los escolios- y yo oponía en ese momento una especie de cadena continua de las proposiciones y las demostraciones, continuidad que es la del concepto a la discontinuidad de los escolios que opera como una especie de línea quebrada y que es la discontinuidad de los afectos. Bueno, suponemos… todo eso, son ustedes… son impresiones de lectura. Comprendan que si… yo insisto sobre esto, que es quizá la forma, después de todo, completamente adecuada al contenido mismo de la filosofía, que la manera en que Spinoza procede formalmente tiene algo que decirnos sobre los conceptos del spinozismo.
Las demostraciones no van todas al mismo ritmo
Y, en fin, hago, en este orden de las velocidades y las lentitudes relativas, una última an otación. Es que si yo tomo únicamente el orden de las demostraciones en su desarrollo progresivo, entonces en las demostraciones, no hay una velocidad relativa uniforma. Ahora se amplia y se desarrolla, ahora se contrae y se envuelve más o menos, entonces tenemos, en la sucesión de las demostraciones de los cuatro primeros libros, no sólo la gran diferencia de ritmo entre las demostraciones y los escolios, sino diferencias de ritmos en la corriente de las demostraciones sucesivas. No van al mismo paso, y allí, yo quisiera entonces encontrar de lleno –por eso son solo anotaciones formales-, encontrar de lleno, para terminar con estas notas sobre la velocidad, encontrar de lleno el problema de… de… bien, casi, el problema de la ontología, ¿bajo que forma?
Llegar al ser lo más rápido posible
¿Por dónde comenzar en filosofía?
Yo tomo el inicio, el inicio de la Ética. ¿Cómo se puede comenzar en una ontología? En una ontología, desde el punto de vista de la inmanencia en la que, literalmente, el Ser está por todas partes, en todas partes donde hay Ser. Los existentes, los siendos son en el Ser, eso es lo que nos parece que define la ontología en nuestros asuntos precedentes. ¿Por qué y cómo podemos comenzar? Ese problema del comienzo en filosofía que ha acompañado toda la historia de la filosofía y que parece haber recibido respuestas tan diferentes: ¿Por qu ién comenzar? De cierta manera, aquí como en todas partes, siguiendo una idea ya dada según la cual se dice que los filósofos no están de acuerdo entre sí, cada filósofo parece tener su respuesta. Es evidente que Hegel tiene una cierta idea sobre por quién y cómo comenzar en filosofía, Kant tiene otra, Feuerbach tiene otra y pone aparte a Hegel a propósito de esto.
Bien, si aplicamos este problema a Spinoza, él, ¿cómo comienza? ¿por quién comienza? Pareceríamos tener una respuesta impuesta. En una ontología no se puede comenzar más que por el Ser, si, quizá… y sin embargo… y sin embargo, Spinoza, el hecho es que, no comienza por el Ser. Eso se vuelve importante para nosotros, será un problema, ¿cómo hacer para qu e en una ontología, en una ontología radical, no se comience por donde se esperaría que se comenzara, a saber por el Ser en tanto que Ser? Hemos visto que Spinoza determinaba el Ser en tanto que Ser como sustancia absolutamente infinita, y que es eso lo que él llama Dios. Ahora bien, el hecho es que Spinoza no comienza por la sustancia absolutamente infinita, el no comienza por Dios. Y sin embargo, es como un proverbio el decir que Spinoza comienza por Dios. Hay una formula ya dada para distinguir a Descartes y a Spinoza: “Descartes comienza por el yo, Spinoza comienza por Dios”… bien, no es verdad.
No es verdad, al menos no es verdad más que de un libro de Spinoza y es un libro que, literalmente, no es de él. En efecto, Spinoza en su juventud hacía ya, siguiendo el método que les he nombrado –el de los colegiantes- hacía especies de cursos privados en grupos. Y esos cursos los tenemos. Los tenemos bajo la forma de notas de asistentes. No excluyo que Spinoza haya revisado algunas de esas notas, muy oscuras. El estudio del manuscrito es muy, muy complicado y tiene toda una historia. En fin, el conjunto de esas notas existe bajo el título de “El curso del tratado”, el curso del tratado. Ahora, en El curso del tratado, el capítulo uno es titulado así: “Que Dios es”. Puedo decir, literalmente, El curso del tratado comienza por Dios… pero enseguida, para nada…
Literalmente, la Ética no comienza por Dios
Enseguida, para nada… y eso plantea un problema. Porque se dice muy frecuentemente que la Ética comienza por Dios y en efecto, el libro uno se titula “De Deo”, De Dios, respecto a Dios, pero si miran en detalle –todo esto para invitarlos a que pongan mucha atención en la letra del texto- si ustedes miran en detalle, ustedes verán que Dios en el libro uno, a nivel de las definiciones no llega más que en la definición seis –entonces falta en cinco definiciones- y al nivel de las demostraciones no llega más que en la nueve, diez, proposiciones nueve y diez. Falta en cinco definiciones previas y falta en ocho proposiciones-demostraciones previas. ¿Puedo concluir que, grosso modo, la Ética comienza por Dios? Literalmente, estrictamente, ella no comienza por Dios, y en efecto, ¿por quién comienza? Comienza por el estatuto de los ele mentos constituyentes de la sustancia, a saber, los atributos.
Es necesario que la ontología tenga un inicio distinto al del Ser
Pero, bien, mejor, antes de la Ética, Spinoza había escrito un libro, “El tratado de la reforma del entendimiento”, en ese tratado, -ese tratado él no lo termina, por razones misteriosas de las que podremos hablar más tarde, pero aquí poco importa, él no lo ha terminado- les leo: “Desde el inicio, -fin del parágrafo.
49. Desde el principio es necesario velar principalmente porque lleguemos lo más rápidamente posible –quanto ocios- que lleguemos lo más rápidamente posible al conocimiento del Ser”, entonces mi corazón salta de gozo, ustedes entienden… él lo dice formalmente, se trata de llegar lo más rápidamente posible, lo más rápido posible a la posición del Ser y al conocimiento del Ser. Pero no desde el inicio. La ontología tendrá un comienzo, como el Ser está por todas partes, es necesario precisamente que la ontología tenga un comienzo distinto al Ser mismo. Si bien ustedes comprenden que eso se vuelve un problema técnico para mi. Porque… ese inicio no puede ser algo más que el Ser, superior al Ser. No. El gran Uno superior al Ser no existe desde el punto de vista de una ontología, lo hemos visto en otras ocasiones. ¿Qué es lo que va a ser ese misterioso inicio?
Continúo mi recensión del tratado. Parágrafo 49: No, acabo de hacerlo… parágrafo 75… no, no hay nada… ah, ¡si! “Para nosotros, al contrario, si procedemos de manera tan poco abstracta como sea posible y si comenzamos tan pronto como se pueda” –en latín, tan pronto como se pueda… quam primum fieri potest… tan pronto como se pueda- si nosotros “comenzamos tan pronto como se pueda hacerlo para los primeros elementos”, para los primeros elementos, “es decir para la fuente y origen de la naturaleza”. Ven… nosotros comenzamos por los primeros elementos, es decir por la fuente y el origen de la naturaleza, la sustancia absolutamente infinita con todos los atributos, pero no comenzamos por ahí más que si se puede hacerlo, bueno… hay bien… llegaremos allí lo más rápido posible. Es el orden de la velocidad relativa.
El pensamiento es inseparable de las velocidades y de las lentitudes que produce
Ahora, ¿por qué me importa esto? ¿qué es, entonces, este asunto? Hay una velocidad relativa, tan rápido como sea posible son las diez primeras demostraciones de la Ética, del libro Uno… él va tan rápido como es posible, esa es la velocidad relativa del pensamiento. La razón exige que haya un ritmo del pensamiento… usted no comenzará por el Ser, usted comenzará por eso que le da a usted acceso al Ser. Pero ¿qué es lo que puede darme acceso al Ser? Entonc es, es algo que no es, no es el Uno, hemos visto que no podía ser el Uno, ¿qué es? Es un problema… un problema. Diría, mi conclusión: si es verdad que Spinoza es un filósofo para quien el pensamiento es absolutamente productor de velocidades y lentitudes y está capturado el mismo en un sistema de velocidades y lentitudes, eso es muy raro. Una vez más, eso va más lejos que decirnos: “el pensamiento toma tiempo”. El pensamiento toma tiempo, Descartes lo habría dicho, lo recordaba la última vez, Descartes lo habría dicho. Pero el pensamiento produce velocidades y lentitudes y es inseparable de las velocidades y las lentitudes que produce, que hay una velocidad del concepto, hay una lentitud del concepto, ¿qué es eso? Bien, bien… de que decimos habitualmente “rápido” o “lento”, es muy libre lo que digo. Es para darles ganas de ir y leer a este autor, se que si lo consigo quizá obtenga lo contrario. Hago el comentario carta por carta. A veces hago como acabo de hacerlo pero… ustedes me en tienden…
1 Resumamus iam nostrum propositum. Habuimus hucusque primo finem, ad quem omnes nostras cogitationes dirigere studemus. Cognovimus secundo, quaenam sit optima perceptio, cuius ope ad nostram perfectionem pervenire possimus. Cognovimus tertio, quaenam sit prima via, cui mens insistere debeat, ut bene incipiat; quae est, ut ad normam datae cuiuscumque verae ideae pergat certis legibus inquirere. Quod ut recte fiat, haec debet methodus praestare: primo veram ideam a ceteri s omnibus perceptionibus distinguere, et mentem a ceteris perceptionibus cohibere; secundo tradere regulas, ut res incognitae ad talem normam percipiantur; tertio ordinem constituere, ne inutilibus defatigemur. Postquam hanc methodum novimus, vidimus quarto hanc methodum perfectissimam futuram, ubi habuerimus ideam entis perfectissimi. Unde initio illud erit maxime observandum, ut quanto ocius ad cognitionem talis entis perveniamus. TRACTATUS DE INTELLECTUS EMENDATIONE, §49.
2 Sed ab hoc etiam liberamur, dum conamur ad normam datae verae ideae omnes nostras perceptiones examinare cavendo, uti initio diximus, ab iis, quas ex auditu aut ab experientia vaga habemus. Adde quod talis deceptio ex eo oritur, quod res nimis abstracte concipiunt; nam per se satis clarum est, me illud, quod in suo vero obiecto concipio, alteri non posse applicare. Oritur denique etiam ex eo, quod prima elementa totius naturae non intelligunt; unde sine ordine procedendo, et naturam cum abstractis, quamvis sint vera axiomata, confundendo, se ipsos confundunt ordinemque naturae pervertunt. Nobis autem, si quam minime abstracte procedamus, et a primis elementis, hoc est, a fonte et origine naturae, quam primum fieri potest, incipiamus, nullo modo talis deceptio erit metuenda. TRACTATUS DE INTELLECTUS EMENDATIONE, §75.
Ustedes no saben todavía lo que puede el cuerpo
La individualidad de un cuerpo es su forma
¿De quién se dice “va rápido, no va rápido”, “se desacelera, se precipita, se acelera”? eso se dice de los cuerpos, de los cuerpos. Y ya he dicho, con la libertad de comentarlo más tarde, que Spinoza se hace una concepción muy extraordinaria de los cuerpos, es decir una concepción verdaderamente cinética. En efecto, define el cuerpo, cada cuerpo, y bien, él hace depender la individualidad del cuerpo. La individualidad del cuerpo, para él, de cada cuerpo, es una relación de velocidades y de lentitudes entre elementos. Y yo insistía: entre elementos no formados, ¿por qué? Puesto que la individualidad de un cuerpo es su forma, y si nos dice la forma del cuerpo –él empleará la palabra forma en ese sentido- la forma del cuerpo es una relación de velocidades y lentitudes entre sus elementos, es necesario entonces que los elementos no tengan forma, sino la definición no tendría ningún sentido. Entonces es necesario que sean elementos materiales no formados, que no tienen forma por sí mismos. Será su relación de velocidad o de lentitud quien constituirá la forma del cuerpo. Pero en sí mismos, esos elementos entre los cuales se establecen las relaciones de velocidad o de lentitud son sin forma, no formados. No formados e informales. ¿Qué es lo que esto quiere decir? Lo retomaremos después. Pero para él eso es un cuerpo
Y yo les decía u na mesa, bien eso es, bueno piensen en la física. La física nos dirá: sistema de moléculas en movimiento las unas respecto de las otras, sistema de átomos. Es la oficina de Edington, la oficina del físico. Bueno, ahora él tiene esta visión. Una vez más, para nada se trata de que él preceda a la física atómica o electrónica. No es eso. ¡No es eso! Es que, como filósofo, tiene un concepto del cuerpo ¿?? La filosofía produce en ese momento una determinación del cuerpo que la física con otros medios encontrará o producirá por su propia cuenta. Todo el tiempo suceden cosas así, y entonces, eso es muy curioso.
Lo sorprendente es el cuerpo
Eso me hace pensar en textos particularmente bellos de Spinoza. Ustedes encuentran, por ejemplo, al inicio del libro Tres de la Ética, Spinoza se lanza verdaderamente a cosas que parecen… el último año yo intente encontrar o indicar –no encontrar, yo no he encontrado- una cierta relación entre los conceptos de un filósofo y las especies de gritos –de gritos de base, especies de gritos- de gritos del pensamiento. Bien, tenemos algo así, de tiempo en tiempo, hay gritos que salen de Spinoza, es algo muy interesante que, una vez más, ese filósofo que pasa por una imagen de serio, curioso, ¿cuándo se pone a gritar? El grita mucho, justamente en los escolios. O bien en la introducción a un libro. No grita en las demostraciones, la demostración no es un lugar en el cual se pueda gritar. Y ¿qué son los gritos de Spinoza?
Cito uno, él dice… habla del pequeño bebé, del sonámbulo y del borracho… he aquí, he aquí… ¡ah! El bebé, el sonámbulo, el bebé en cuatro patas. El sonámbulo que se levanta en la noche dormido y va a asesinarme. Y después el borracho que se lanza en un gran discurso, bueno, y él dice… a veces él es muy cómico, ustedes saben, hay un humor judío en Spinoza… él dice: “Finalmente, uno no puede saber lo que puede un cuerpo”, no sabemos lo que puede el cuerpo. Vean… un bebé que gatea, un alcohólico que les habla, que está completamente ebrio… un sonámbulo que pasa… ¡oh, si es verdad, No sabemos lo que puede el cuerpo!
Después de todo, eso prepara singularmente otro grito que resonará por mucho tiempo y que será como la misma cosa más contraída cuan do Nietzsche lanza: “lo sorprendente es el cuerpo” ¿Qué quiere decir? Es una reacción de ciertos filósofos que dicen: escuchen, detengan eso del alma, de la consciencia, etc. Deberían más bien intentar ver un poco de entrada lo que puede un cuerpo. ¿Qué es…? Ustedes no saben lo que es el cuerpo y vienen a hablarnos del alma. Entonces no… es necesario repasar, bueno ¿Qué quiere decir él? Lo sorprendente es el cuerpo, dirá otro. Y Spinoza dice ya literalmente: ustedes no saben todavía lo que puede un cuerpo. Tienen una idea para poder decir eso.
Traducción: Ernesto Hernández B., Cali, Colombia
Diciembre de 2005